He sido un admirador entusiasta de Woody Allen desde que, hace mil años, llegaron a España sus primeras películas. Aún deben resonar en algún cine de Barcelona mis sonoras carcajadas y, en alguna ocasión, las de alguno de mis hermanos y amigos de entonces, riendo las brillantes salidas y ocurrencias de este cómico inteligentísimo y genial. Carcajadas que muy a menudo sonaban solitarias, ante ciertas salidas de Allen que al personal le dejaban más o menos indiferente y que a mí se me antojaban y siguen antojando extraordinariamente graciosas. Y me viene a la memoria ahora una escena de La última noche de Boris Gruchenko en la que, mientras se desarrolla una conversación de dos personajes de la película en primer término, puede verse al fondo de la escena al protagonista, Woody Allen, batiéndose con alguien con una gracia esperpéntica infinita que hace que la escena principal te importe un bledo y te centres, exclusivamente, en seguir las incidencias de ese peregrino duelo que se dirime como plano absolutamente secundario. Aún recuerdo el pedazo que carcajada que pegué cuando vi la película en un cine de Barcelona… y la vergüenza que sentí al descubrir que era el único que me había reído de tamaña patochada…: ¡Butaca, trágame!, recuerdo que pensé.
Cuando vi El dormilón con mi segunda mujer, Isabel Vilà Fassier, el patio de butacas del cine en el que la vimos atronó mientras duró la película, absolutamente sembrada de genialidades desde el principio hasta el fin. Por entonces, mi querida ex-esposa (a la que conozco con el apelativo cariñoso de Raposa), todavía no se había convertido en una furibunda detractora del genial Woody, por las razones que en seguida comentaré. Pobrecita, se la debieron indigestar tantas carcajadas mías, ante salidas o situaciones que a ella le hacían escasa o nula gracia…
Mis ocho hijos comparten hoy conmigo la pasión por este incomparable cómico, del que recuerdan incluso un buen número de gags y hasta de frases extraídas de sus películas. Yo Lee el resto de esta entrada en: www.introitismo.es