Para celebrar las primeras veinte entregas de Adictos a los Power Points, así como el hecho de que hoy mi Padre habría cumplido 96 años, traigo a nuestro Círculo un Power Point absolutamente fuera de serie, genialmente producido por mi tercer hijo, Balodia, a partir de un texto mio. Un nuevo producto, pues, surgido de la Factoría Ribero-Meneses para deleite en primera instancia de los integrantes de nuestra ayer rebautizada Peña…, y después, de todos los millares de personas a las que este PPS acabará llegando y deleitando en un plazo de tiempo no demasiado largo…
Quienes me conocéis bien sabéis que jamás enaltezco a mis propios hijos, salvo que se hagan merecedores de ello. De donde se deduce que aplico con ellos la misma política que con cualquier otra persona, tanto si es amiga como si me resulta completamente desconocida. No me inclino ante las personas de mi misma sangre, del mismo modo que no lo hago ni lo haré jamás ante el Poder ni ante las Divinidades que no nos cansamos de crear los seres humanos, ya sean celestiales o terrenales… Ante lo único que me inclino es ante el talento y la genialidad o, en otro orden de cosas, ante la bondad, la generosidad, el trabajo bien hecho… o la belleza. Todo lo demás me deja frío…
El bueno de Balodia (diminutivo familiar de Bladimir en ruso) empezó a producir PPS a escala familiar, hace unos meses, en plan de puro cachondeo y sin otra pretensión (y no es poca) que la de hacer reír a nuestra familia. Cosa que consiguió plenamente, a base de ponerles títulos de películas muy conocidas, a determinadas fotografías familiares que en unos casos tenían cierta gracia y en la mayoría, ninguna. Y traigo a colación a este respecto una foto infumable de varios de mis hermanos con mi madre y algún cuñado, puestos en círculo (de pie) en una habitación y mirándose con cara de póker unos a otros como pensando, ¿Pero qué coño pintamos aquí…? ¡Vaya peñazo de reunión y de foto! En suma, una foto que era deplorable, malísima y penosa cuando cayó en las manos del Balodia, pero que éste, con la colaboración de su talento y de su mente makiavélica (de tal palo…), convirtió en una de las fotografías más graciosas que he visto en toda mi vida, si no la más. ¿Cómo consiguió tamaño milagro? Pues de la forma más sencilla que cabe imaginar: se limitó a poner como pie de esa sosísima foto, el siguiente título de película:
Pero, ¿quién mató a Harry?
Cada vez que recuerdo la foto y las caras de circunstancias de sus protagonistas y en particular de mi pobre madre (con sus 93 años a cuestas), me parto literalmente de risa. No alcanzo a entender cómo se le pudo ocurrir semejante título de película, ante una foto tan nefasta e insulsa. Y es que la respuesta para este tipo de interrogantes que no tienen respuesta, se llama, simplemente, talento.
Cuando era pequeño, me metía con el pobre Lee el resto de esta entrada en: www.introitismo.es